El autor menciona dos tipos de suerte que Schopenhauer describe de manera elocuente: el azar distribuye las cartas, pero nosotros las jugamos. La suerte se ve influenciada por parámetros desconocidos pero, al igual que en la física, estos parámetros pueden ser parametrizados. En el ámbito humano, la buena suerte se relaciona con valores fundamentales como el coraje, la responsabilidad, el propósito, la humildad, la confianza, la entrega y la cooperación. Estos valores tejen una red de talento y actitud que favorece la aparición de nuevas posibilidades de éxito para todos. Por lo tanto, según una de las reglas propuestas por el autor en el libro "La Buena Suerte" que escribió junto a su amigo Fernando Trías, la buena suerte no puede ser considerada como tal si no es compartida. Si bien existe una suerte azarosa que puede bendecirnos o maldecirnos, también hay una suerte forjada, construida a través del talento. Y ese talento está basado en los valores que se ponen en práctica.
En resumen, la suerte se compone de múltiples factores, tanto aleatorios como controlables. Mientras que el azar puede influir en nuestras vidas, es nuestra actitud y los valores que cultivamos los que determinan en última instancia nuestra suerte. La buena suerte no solo se limita a las circunstancias individuales, sino que se expande cuando es compartida y cuando los valores como el coraje, la responsabilidad y la cooperación son puestos en práctica. Es a través de este enfoque en los valores y el talento que podemos forjar nuestra propia suerte y abrir nuevas posibilidades para el logro personal y colectivo.
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